Las grietas comienzan a rodearme lentamente… Rozan mi cabeza, se escabullen en el tacto, logran penetrar mis oídos y romper con armonía la firmeza de mis notas agudas.
Ser disparada en retazos de vidrios, una sensación que ninguna voz de páginas ajenas aún me había contado. Debe ser mía y solo mía, porque mía es esa corteza que baila para el viento y se va resquebrajando en cada gota que cae. Es mía también esa montaña, esa roca de alturas infinitas que sin pedirme permiso me penetra y destruye cada intento de engaño para que sólo así sean nuevas las palabras que broten de mi boca imitando al silencio…
Ser disparada en retazos de vidrios, una sensación que ninguna voz de páginas ajenas aún me había contado. Debe ser mía y solo mía, porque mía es esa corteza que baila para el viento y se va resquebrajando en cada gota que cae. Es mía también esa montaña, esa roca de alturas infinitas que sin pedirme permiso me penetra y destruye cada intento de engaño para que sólo así sean nuevas las palabras que broten de mi boca imitando al silencio…