Juguemos a triturar caramelos con sabor a mentira…
Descubramos el momento en el que el jugo se enfunda en una túnica de azúcar y nuestra tranquilidad insiste en sentirlo dulce para no espantar la omnipotencia.
Corramos tras la señal responsable de cada movimiento de mandíbulas mecánicas, atrapémosla y demosle al proceso otra imposible explicación.
Continuemos jugando hasta que los dientes sangren tinta y los labios decidan unirse, infranqueables, para pensar en silencio …“Los caramelos no tienen sentido, los caramelos saben mentir.”
Las situaciones pueden desarticularizarse, aún cuando no haya dulces para masticar sino que sólo sean palabras húmedas las que se revuelquen en tu lengua.
Continuemos jugando hasta que los dientes sangren tinta y los labios decidan unirse, infranqueables, para pensar en silencio …“Los caramelos no tienen sentido, los caramelos saben mentir.”
Las situaciones pueden desarticularizarse, aún cuando no haya dulces para masticar sino que sólo sean palabras húmedas las que se revuelquen en tu lengua.